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martes, 21 de abril de 2020

Reflexiones en torno al “feroz lobo”


Reflexiones en torno al “feroz lobo”



Las familias con niñxs que presentan alteraciones en el desarrollo evolutivo, tienen que utilizar mecanismos de resiliencia y de escucha más finos y potentes, más si, cuando, a efectos prácticos, esa capacidad de mirada sensible nos permite mejor conexión, más comprensión y comunicación “sonora y armónica” con lxs peques. Tienen que pasar por las incertidumbres de evaluaciones, pruebas neurológicas y genéticas, entrevistas con profesionales, horas de sesiones, papeleos… Para un posible diagnóstico que facilite plantear objetivos terapéuticos eficaces.


Necesitan dosis altas de resiliencia, la valiosa capacidad que podemos desarrollar los seres humanos para adaptarnos a las circunstancias y vivencias abrumadoras, aprendiendo a poner en juego todos los recursos que les permitan superarlas. Desde los potenciales de desarrollo, desde lo que se tiene, no desde los límites. Se puede sacar partido a la capacidad sensitiva y táctil o visual, aun estando limitado a nivel motor, por ejemplo.
Cuando las familias comienzan a conocer las características únicas de su hijx, en un proceso de adaptación mutua, que ha de ser necesariamente dinámico y flexible, mi labor terapéutica inicial para facilitarles una mirada “más amplia y sensible”, implica la explicación de una metáfora; el cuento 
de Caperucita.

https://www.behance.net/gallery/438550/Playera-Caperucita-Ama-al-Lobo


 En el cuento, Caperu parte de un “no saber”, de un desconocimiento sobre “el lobo”, y éste feroz lobo, sabe afinar los sentidos, para oír, ver, saborear, oler, tocar…más y mejor. Se disfraza de “abuelita”, personaje que le inspira confianza y familiaridad a la niña, para acercarse a ella y enseñarle a afinar sus sentidos. Aquí, lxs papás y mamás me dicen” ah!, pero el lobo tiene la boca muy grande para comer mejor”, les contesto:” claro, se come lo desconocido, el no saber, no a la niña”, porque en los cuentos todo es simbólico, nada es literal. Se trata de un cuento lo suficientemente reconocible, y una comparación lo necesariamente "increíble o extraña”, como para que las familias comiencen a entender el proceso:

·       “Caperu” que desconoce en un inicio, las familias que desconocen a su hijx y sus características.

·       La “abuelita- lobo” que tiene saber acumulado y recursos sensoriales e instintivos como especie, de memorias biológicas, de seguimiento de ritmos, sentidos, tacto, olfato, vista, capacidad de ver y leer el cuerpo, los sonidos, el llanto, la mirada de su bebé cría…Aunque cree que no sabe.
·       La terapeuta que provee recursos psico--educativos en forma de programas de estimulación cognitiva, lingüística, social…Sería como el bosque que facilita y guía el camino hacia la casa de abuelita, familiar y cálida. Y me puedo extender aún más, desde el desconocimiento emprendemos un camino hacia un espacio seguro y acogedor de saberes potenciadores de comunicación y conexión empática con el niñx, en forma de técnicas, juegos, que facilitan y estimulan su desarrollo,  que potencian todos sus aprendizajes desde lo lúdico.


Porque al final, lo que importa de ésta metáfora es sensibilizar los procesos parento-marentales de  afinamiento de  la mirada para ver, oír, tocar, oler…sentir y escuchar, esperar, comprender, seguir, potenciar y disfrutar a sus hijxs. Y que la ignorancia de paso a la comunicación “sonora y armónica”.
Me ha parecido interesante compartir una visión “poética y personal” en torno a la importancia de sensibilizar a las familias para que participen y sean aliadas en terapia. Así es como lo comparto y como lo intento transmitir a mis familias.

Lo que importa de ésta metáfora es sensibilizar los procesos parento-marentales de  afinamiento de  la mirada. 




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