Co-regulación y autorregulación: el ritmo del vínculo_ Parte
I
En estos días de confinamiento donde la
dificultad de movimientos y el aislamiento social se hacen más presentes, es un
buen momento para conocer, comprender y poner en práctica herramientas de regulación emocional y comportamental.
La limitaciones de socialización y de
movilidad pueden provocarnos desajustes fisiológicos en nuestros ritmos de
alimentación, sueño, fuerza física, y desajustes emocionales: tristeza,
nerviosismo, angustia ante la incertidumbre, irritabilidad, así como síntomas
orgánicos como taquicardias, sudoración, náuseas, trastornos
gastrointestinales, cefaleas…
Adultxs y niñxs nos encontramos des-regulados de nuestros ritmos
biológicos habituales, y es muy posible que nos cueste auto-regularnos para volver
a estados de bienestar y calma.
Podemos utilizar diferentes estrategias:
- Hacer
deporte en casa.
- Meditar.
- Bailar.
- Cantar
o tararear, o ambos.
- Respiraciones
profundas, suspiros.
- Realizar
actividades placenteras, sean cotidianas como cocinar, limpiar, organizar
armarios, o, bien pintar, coser, jugar…
Si sumamos realizarlas en compañía, vamos
a disfrutar el doble, la relación aporta
una co-regulación que suma; probad a aplaudir a las 20:00h sintiendo como
resuena vuestra caja torácica, como el ritmo del corazón parece que se aúna con
los aplausos, y se sienten los latidos acompasados,se oxigenan los pulmones, y
nos sentimos más alegres, porque hemos
conectado con otras personas, hemos compartido y hemos co-regulado nuestro
estado fisiológico y mental. Nos calmamos y sentimos seguridad entre todxs. Igual que cuando de pequeñxs, el sonido del corazón en reposo de la persona adulta, nos hacía sentir en paz y bienestar.
Y es que la clave es la co-regulación, es el verdadero tempo de una buena salud y de un
vínculo armónico, seguro y reconfortante. Cuando somos bebés necesitamos
que las personas cuidadoras principales nos co-regulen, ante un malestar interno (hambre, gases, sueño) o
externo (una luz intensa, un grito, una ropa demasiado apretada), nos quejamos,
nos sobresaltamos, lloramos o chillamos, para que el adultx nos ayude, conecte
con nuestra necesidad, y podamos volver de nuevo a un estado de calma.
¿Cómo podemos facilitar ése proceso de
co-regulación?
Los bebés utilizan sus sentidos para
conectar, vista, oído, tacto; nosotrxs les facilitamos modulando la cantidad de estimulación que reciben, y usamos también
nuestros sentidos para sintonizar:
- La
mirada tierna, la sonrisa,
- La
voz: timbre musical y tono más suave o menos, adaptado a sus preferencias, que
transmita calma,
- El
balanceo rítmico del mecimiento en brazos, el abrazo
- La
caricia.
La co-regulación pone en juego una serie
de habilidades de escucha a los ritmos
particulares del bebé, sus preferencias de intensidad, frecuencia y cese de
estimulaciones, de atención centrada en
él y sus necesidades: si su cuerpo
se relaja, deja de sudar, cesa el llanto, le gusta que lo abracen más fuerte, o
una caricia en la cara o en los pies…
Así, con las repetidas experiencias,
aprendemos a autorregular nuestros estados de excitación, nuestras emociones
más intensas, y a regular nuestra conducta. A conocernos internamente.
Con niñxs más mayores la cercanía física
y emocional, el abrazo, el habla reconfortante, el movimiento rítmico, la
caricia, igualmente funcionan cuando les supera un límite porque no lo
comprenden, les provoca confusión, o su tolerancia a los estímulos llega a su
tope.
Recursos útiles:
· Juegos de regulación padres-hijos:
·
Juegos para expresar emociones intensas:
Acordad un “código de señales” para
expresar emociones intensas sin dañarse ni dañar.
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