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jueves, 30 de abril de 2020

Co-regulación y autorregulación: el ritmo del vínculo_ Parte II


Co-regulación y autorregulación: el ritmo del vínculo_ Parte II

Y otros ingredientes para una “masa madre” cerebral.

Niño sonríe mientras se abraza al cuello de un hombre


En el post anterior os comenté sobre la clave del ritmo en el vínculo: la co-regulación de estados emocionales y conductas y sobre estrategias facilitadoras de auto-regulación. Hoy voy a hablaros un poco de su base neurobiológica y de otros ingredientes para la receta de un vínculo seguro y de una mente sana.

Nacemos con un cerebro o sistema nervioso central, que conecta con el resto de nuestro cuerpo a través de los nervios del sistema nervioso autónomo (ver anexo resumen notas sobre la Teoría Polivagal). Somos seres con un organismo a término pero cuyo s.n.central no está totalmente desarrollado. Programas de reflejos, alimentación, sueño, protección y seguridad, capacidad para expresar emociones básicas, lo necesario para sobrevivir y comenzar a apegarnos-vincularnos con la persona/s que nos garanticen ésa supervivencia. El cableado de conexiones neuronales ha de ser configurado a través de las relaciones con nuestros cuidadorxs principales. Para que esa vinculación ocurra de forma armoniosa, es primordial que la persona que cuida afine sus capacidades de sintonización afectiva y de escucha de necesidades y señales que le manda su niñx, a verlo como un ser con estados internos, emocionales y mentales.

¿Que necesita el bebé-infante? Vincularse de manera segura. Para eso lxs adultxs han de proporcionan cuatro condiciones según D. Siegel:

  • Ser visto, en su mundo interno: sensaciones, afectos, necesidades, deseos…
  • Ser calmado cuando se des-regula: co-regularlo para que después él comience a auto-regularse.
  • Sentirse seguro: en un entorno que cuida de su bienestar y que cuenta con adultxs que acuden cuando siente una amenaza o peligro.
  • Sentirse a salvo: cuenta con personas de confianza que le consuelan, tienen presente su mundo interno y sus necesidades.



De esta forma, aprende a auto-calmarse más fácilmente, a tolerar frustraciones, a esperar, a atender y planificar su conducta, a gestionar sus emociones, a tener un concepto de sí mismo positivo, a contemplar la cooperación, las necesidades del otrx, a negociar,…
 Estas experiencias ocurren de manera repetida, constante y casi siempre. Es el adultx quien regula desde fuera el estado interno de necesidad, el estado emocional. Interacciones consistentes y repetidas en el tiempo, que  van estructurando la arquitectura cerebral de conexiones, y de secreción de sustancias hormonales, que desarrollan el cerebro. E inician la autorregulación, que después será comportamental, cuando el lenguaje y las normas entren en juego.

¿Qué ocurre con el temperamento? Es una característica biológica que influye en la regulación emocional y conductual. Tiene que ver con la forma en como reaccionamos a los estímulos (internos o externos) y como nos adaptamos a ellos. El temperamento es innato, aunque susceptible de entrenamiento, sus variables características son:

  • Nivel de activación fisiológica y motora,
  • Regularidad de ritmos biológicos,
  • Tendencia a la aproximación o retirada ante situaciones nuevas,
  • Adaptabilidad a los cambios,
  • Intensidad de respuesta,
  • Sensibilidad a la estimulación,
  • Emocionalidad,
  • Persistencia de la atención.

Nacemos con un temperamento propio, que puede ser entrenado, es importante conocer el del niñx y el nuestro como adultxs. Si un bebé es más movido ante un estímulo nuevo, porque es muy sensible a las luces intensas por ejemplo, y le provocan gran activación motora porque se asusta y/o le altera, su reacción será más intensa, durante más tiempo y necesitará más margen para llegar a la calma, que otro que ni se percate, o simplemente parpadee un poco. Y como adultx, puede que te ocurra como  a él primero o como al segundo. Es importante tenerlo presente para lograr esa adaptación mutua, y tú le ayudarás mejor a que aprenda a regularse.





Ingredientes para una buena "masa madre" cerebral: cerebro bien cableado y mente sana




Anexo resumen sobre la Teoría Polivagal_

Extraído de: https://psicologiaxxi.com/entrevista-con-stephen-porges-teoria-polivagal/




Stephen Porges es profesor de psiquiatría en la Universidad de Illinois, Chicago, y ha pasado gran parte de su vida en busca de pistas sobre la forma en que funciona el cerebro, en esta búsqueda ha desarrollado lo que él denomina la teoría poli-vagal. Se trata de un estudio sobre la evolución del sistema nervioso humano y los orígenes de las estructuras cerebrales, y con ello supone que muchos trastornos de nuestra conducta social y emocional son biológicos, es decir, que hay más “circuito biológico” (hard wired) dentro de nosotros de lo que solemos pensar.
El término “polivagal” combina “poli”, que significa “muchos”, y “vagal”, que hace referencia con un importante nervio llamado “vago”. Para entender esta teoría, debemos ver primero el nervio vago, el componente primario del sistema nervioso autónomo. Esto es el sistema nervioso que no controlamos, que hace cosas de forma automática, como digerir los alimentos. El nervio vago sale del tronco encefálico y tiene ramas que regulan la estructura de la cabeza y de diversos órganos, incluyendo el corazón. La teoría propone que dos ramas diferentes del nervio vago están relacionadas con esa forma única en que reaccionamos ante una situación que percibimos como segura o insegura. Básicamente, el sistema simpático se vincula con la respuesta de “lucha o huida”, y el sistema parasimpático con el funcionamiento normal, cuando uno está tranquilo y sereno.
 La mayoría de los órganos del cuerpo, como el corazón, los pulmones y el intestino, reciben inervación simpática y parasimpática. Las conductas de compromiso social, parecen que son dirigidas por un estado visceral del cuerpo. Para conseguir más calma en la gente, hablamos con ellos en voz baja, modulamos la voz y los tonos para activar comportamientos de escucha, y nos aseguramos que la persona se encuentre en un ambiente tranquilo donde no haya ruidos fuertes de fondo.
Por ejemplo, cuando estamos estresados, estamos inmersos en un ejercicio de alta intensidad. Pero esta realidad produce un retroceso mayor en el sistema de participación social, nos sitúa en un estado de analgesia para no sentir el estrés, en lugar de estimular un sentido de seguridad y protección. La teoría poli-vagal sugiere algunas estrategias para crear esa sensación de seguridad, como la retirada a un entorno tranquilo, tocar instrumentos musicales, cantar, hablar en voz baja, o incluso escuchar música. Piense en lo que hacemos cuando estamos estresados, nos expulsa de las relaciones interpersonales, en lugar de refugiarnos en ellas. Pero es natural que los seres humanos a utilicen a otras personas para ayudarse a regular sus propios estados mentales y emocionales.
Podemos decir que las interacciones sociales son un componente muy importante de nuestra experiencia psicológica como seres humanos. Y este sistema, el sistema de participación social, es lo que determina la calidad de esas interacciones, las características que mostramos a los demás, la expresión facial, la entonación de nuestra voz, los movimientos de cabeza, incluso los movimientos de las manos, son parte de esto. ¿Y si vuelvo la cabeza a un lado mientras te estoy hablando, si hablo con voz monótona, sin entonación, o se me caen los párpados, tendrás tú una respuesta visceral? ¿Cómo te sientes cuando hago eso?, Desconectado. Si te estoy mirando, y nuestro contacto los sentimos seguro y apropiado, y nuestro sistema nervioso está en sintonía, te sentirás incómodo si me doy la vuelta.

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