Co-regulación y autorregulación: el ritmo del vínculo_ Parte
II
Y otros ingredientes para una “masa madre” cerebral.

En el post anterior os comenté sobre la
clave del ritmo en el vínculo: la
co-regulación de estados emocionales y conductas y sobre estrategias
facilitadoras de auto-regulación. Hoy voy a hablaros un poco de su base neurobiológica y de otros ingredientes para
la receta de un vínculo seguro y de una mente sana.
Nacemos con un cerebro o sistema nervioso central, que conecta con el resto de
nuestro cuerpo a través de los nervios
del sistema nervioso autónomo (ver anexo resumen notas sobre la Teoría
Polivagal). Somos seres con un organismo a término pero cuyo s.n.central no
está totalmente desarrollado. Programas de reflejos, alimentación, sueño,
protección y seguridad, capacidad para expresar emociones básicas, lo necesario
para sobrevivir y comenzar a apegarnos-vincularnos con la persona/s que nos
garanticen ésa supervivencia. El
cableado de conexiones neuronales ha de ser configurado a través de las
relaciones con nuestros cuidadorxs principales. Para que esa vinculación
ocurra de forma armoniosa, es primordial que la persona que cuida afine sus capacidades de sintonización afectiva y de
escucha de necesidades y señales que le manda su niñx, a verlo como un ser
con estados internos, emocionales y mentales.
¿Que necesita el bebé-infante? Vincularse de manera segura. Para eso lxs adultxs han de proporcionan cuatro condiciones según D. Siegel:
- Ser visto, en su mundo interno: sensaciones, afectos, necesidades,
deseos…
- Ser calmado cuando se des-regula: co-regularlo para que después él
comience a auto-regularse.
- Sentirse seguro: en un entorno que cuida de su bienestar y que cuenta con
adultxs que acuden cuando siente una amenaza o peligro.
- Sentirse a salvo: cuenta con personas de confianza que le consuelan, tienen
presente su mundo interno y sus necesidades.
De esta forma, aprende a auto-calmarse
más fácilmente, a tolerar frustraciones, a esperar, a atender y planificar su
conducta, a gestionar sus emociones, a tener un concepto de sí mismo positivo,
a contemplar la cooperación, las necesidades del otrx, a negociar,…
Estas experiencias ocurren de manera repetida,
constante y casi siempre. Es el adultx quien regula desde fuera el estado interno
de necesidad, el estado emocional. Interacciones consistentes y repetidas en el
tiempo, que van estructurando la
arquitectura cerebral de conexiones, y de secreción de sustancias hormonales,
que desarrollan el cerebro. E inician la autorregulación, que después será
comportamental, cuando el lenguaje y las normas entren en juego.
¿Qué ocurre con el temperamento? Es una característica biológica que
influye en la regulación emocional y conductual. Tiene que ver con la forma en
como reaccionamos a los estímulos (internos o externos) y como nos adaptamos a
ellos. El temperamento es innato, aunque susceptible de entrenamiento, sus
variables características son:
- Nivel de activación fisiológica y motora,
- Regularidad de ritmos biológicos,
- Tendencia a la aproximación o retirada ante situaciones nuevas,
- Adaptabilidad a los cambios,
- Intensidad de respuesta,
- Sensibilidad a la estimulación,
- Emocionalidad,
- Persistencia de la atención.
Nacemos con
un temperamento propio, que puede ser entrenado, es importante conocer el del
niñx y el nuestro como adultxs. Si un bebé es más movido ante un estímulo
nuevo, porque es muy sensible a las luces intensas por ejemplo, y le provocan
gran activación motora porque se asusta y/o le altera, su reacción será más
intensa, durante más tiempo y necesitará más margen para llegar a la calma, que
otro que ni se percate, o simplemente parpadee un poco. Y como adultx, puede
que te ocurra como a él primero o como
al segundo. Es importante tenerlo presente para lograr esa adaptación mutua, y
tú le ayudarás mejor a que aprenda a regularse.
![]() |
Ingredientes para una buena "masa madre" cerebral: cerebro bien cableado y mente sana |
Anexo resumen sobre la Teoría Polivagal_
Extraído de: https://psicologiaxxi.com/entrevista-con-stephen-porges-teoria-polivagal/
Stephen Porges es profesor de psiquiatría en la Universidad
de Illinois, Chicago, y ha pasado gran parte de su vida en busca de pistas
sobre la forma en que funciona el cerebro, en esta búsqueda ha desarrollado lo
que él denomina la teoría poli-vagal.
Se trata de un estudio sobre la evolución del sistema nervioso humano y los
orígenes de las estructuras cerebrales, y con ello supone que muchos trastornos
de nuestra conducta social y emocional son biológicos, es decir, que hay más
“circuito biológico” (hard wired) dentro de nosotros de lo que solemos pensar.
El término
“polivagal” combina “poli”, que significa “muchos”, y “vagal”, que hace
referencia con un importante nervio llamado “vago”. Para entender esta teoría,
debemos ver primero el nervio vago, el
componente primario del sistema nervioso autónomo. Esto es el sistema
nervioso que no controlamos, que hace cosas de forma automática, como digerir
los alimentos. El nervio vago sale del tronco encefálico y tiene ramas que
regulan la estructura de la cabeza y de diversos órganos, incluyendo el
corazón. La teoría propone que dos ramas diferentes del nervio vago están relacionadas con esa forma única en
que reaccionamos ante una situación que percibimos como segura o insegura. Básicamente,
el sistema simpático se vincula con
la respuesta de “lucha o huida”, y
el sistema parasimpático con el funcionamiento normal, cuando uno está
tranquilo y sereno.
La mayoría de los órganos del cuerpo, como el
corazón, los pulmones y el intestino, reciben inervación simpática y
parasimpática. Las conductas de compromiso social, parecen
que son dirigidas por un estado visceral del cuerpo. Para conseguir más calma en la
gente, hablamos con ellos en voz baja, modulamos la voz y los tonos para
activar comportamientos de escucha, y nos aseguramos que la persona se
encuentre en un ambiente tranquilo donde no haya ruidos fuertes de fondo.
Por ejemplo,
cuando estamos estresados, estamos inmersos en un ejercicio de alta intensidad.
Pero esta realidad produce un retroceso mayor en el sistema de participación
social, nos sitúa en un estado de analgesia para no sentir el estrés, en lugar
de estimular un sentido de seguridad y protección. La teoría poli-vagal sugiere
algunas estrategias para crear esa sensación de seguridad, como la retirada a
un entorno tranquilo, tocar instrumentos musicales, cantar, hablar en voz baja,
o incluso escuchar música. Piense en lo que hacemos cuando estamos estresados,
nos expulsa de las relaciones interpersonales, en lugar de refugiarnos en
ellas. Pero es natural que los seres humanos a utilicen a otras personas para
ayudarse a regular sus propios estados mentales y emocionales.
Podemos
decir que las interacciones sociales son un componente muy importante de
nuestra experiencia psicológica como seres humanos. Y este sistema, el sistema
de participación social, es lo que determina la calidad de esas interacciones,
las características que mostramos a los demás, la expresión facial, la
entonación de nuestra voz, los movimientos de cabeza, incluso los movimientos
de las manos, son parte de esto. ¿Y si vuelvo la cabeza a un lado mientras te
estoy hablando, si hablo con voz monótona, sin entonación, o se me caen los
párpados, tendrás tú una respuesta visceral? ¿Cómo te sientes cuando hago eso?,
Desconectado. Si te estoy mirando, y nuestro contacto los sentimos seguro y
apropiado, y nuestro sistema nervioso está en sintonía, te sentirás incómodo si
me doy la vuelta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario